Para que la práctica de ásanas en la infancia tenga un efecto beneficioso en los diversos sistemas corporales del niño, hay que tener en cuenta una serie de consideraciones esenciales y ajustar las prácticas a su etapa de desarrollo.
Es muy frecuente ver a niños que antes de los 7 años están realizando ásanas estáticas de diferentes modalidades. Es importante recalcar que durante este septenio la práctica de ásana no tiene que ser estática sino en forma de karanas y encadenamientos. Esto es debido a que las estructuras corporales no están lo suficientemente sólidas como para realizar trabajo corporal estático. A partir de los 7 años nos podemos empezar a plantear la práctica de ásana de forma estática, de forma muy paulatina y en forma de juegos, para que de manera natural y sin forzar, la práctica de ásana acompañe de manera natural el desarrollo de la estabilidad corporal y el afianzamiento de los sistemas musculares y óseos.
Hay que tener en cuenta una serie de consideraciones esenciales y ajustar las prácticas a su etapa de desarrollo.
El cuerpo de los niños está en periodo de crecimiento y tiene zonas frágiles a las que se debe poner especial atención:
1. Articulación de la pelvis.
2. Zona sacrolumbar.
3. Ángulo de rotación del fémur.
4. Nervio ciático.
En las tres primeras zonas hay que tener presente que los huesos están en formación y separados. En cuanto a la pelvis, su funcionalidad se organiza en torno a los 12 años. Cuando nacemos, las vértebras lumbares no están completamente formadas. Primero se constituye la curvatura cervical, después la cifosis dorsal y se acaba definiendo la curvatura lumbar. La quinta lumbar y el sacro tienen su lugar definitivo entre los 10 y 12 años. Las articulaciones de la pelvis y la región sacrolumbar funcionan como un conjunto. A pesar de la elasticidad de los niños, hay que poner atención a esta zona de la columna. Teniendo en cuenta estas indicaciones anteriores, evitaremos las flexiones hacia adelante y hacia atrás (cobra, puente, rueda, pinza) de forma intensa y estática antes de los 7 años.
Cuando nacemos, las vértebras lumbares no están completamente formadas.
Los tendones siguen desarrollándose durante la preadolescencia: es el momento de realizar ásanas más focalizadas en el estiramiento muscular, ya que posibilitan el buen funcionamiento de los tendones y favorecen la agilidad. Una vez terminada la fase de la infancia, a los 14 años, se propondrá una práctica de ásanas más cercana a la del adulto con un mantenimiento progresivamente prolongado de las posturas.
La práctica del yoga durante este periodo de la vida debe estar guiada por adultos responsables que tengan conocimiento de la etapa de desarrollo en la que están los niños, de sus características y necesidades vitales, para así ofrecerles lo que necesitan. De esta forma los acompañamos en su desarrollo para que puedan crecer como seres libres a los que se guía desde la conciencia, el conocimiento, el respeto y el amor.
Desde la conciencia, el conocimiento, el respeto y el amor.
(Extraído de "La práctica de ásanas durante la infancia", por Lidia Serra López - Profesora de yoga de la AEPY, maestra de primaria, formadora del ICE de la UAB, responsable de la escuela de formación El Yoga Educa)
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